Antes de comunicar con otras especies, intuía y observaba para saber si los animales de los que soy responsable estaban contentos, a gusto en casa, si les gustaba su comida, cama, etc. Pero siempre faltaba algo. Cuando empiezas a poder conversar con todos los seres, la información fluye porque puedes saber y conocer cada detalle: si sienten dolor, si prefieren una u otra comida, qué les gusta hacer para divertirse, qué sienten por los seres con los que comparten espacio, qué necesitan para sentirse mejor emocionalmente, qué opinan sobre diversos temas (sí, las charlas con ellos pueden ser tanto o más enriquecedoras que con los seres humanos).
A veces, algunas personas me preguntan de qué hablo con ellos. Simplemente me sitúo en el presente, en el ahora, respiro y me abro a cualquier información que quieran revelarme. Es una forma maravillosa de sentirse parte del todo, libre, llena de amor, ligera y conectada con uno mismo.
¿Por qué digo que me hacen mejor persona? Porque me muestran que centrando mi atención en el ahora, en la calma, en mi ser verdadero, sintiéndome parte de un todo, conecto conmigo misma y siento el amor que lo empapa todo. La mente solamente me sirve de herramienta o instrumento para "traducir" lo que me llega de los otros seres: imágenes, sensaciones, emociones, aromas, palabras, conocimiento. Sin embargo, el corazón es el que se abre totalmente para conectar y expandirse.
Y esto ha tenido un "efecto secundario" beneficioso en mí porque he empezado a ver, en cada persona, al animal que lleva dentro, la peculiaridad, su ser verdadero en proceso de evolución.
Doy las gracias a cada animal que se ha abierto a mí y a todos los que van llegando y llegarán.
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